NEGLIGENCIA MEDICA VAZQUEZ ABOGADOS La familia de un niño de cuatro años pide ayuda para poder desplazarse a diario a León y que su hijo reciba un tratamiento. «Una negligencia médica le causó un daño cerebral irreversible», afirma el padre.

Rubén León y Pamela Santos son los padres de Kike, un niño de cuatro años que padece un daño cerebral irreversible y una minusvalía del 95%. «Una negligencia médica dejó a mi hijo en esta situación», denuncia el padre del pequeño. Una gastroenteritis sumió a esta familia en un auténtico infierno.

«Nuestro hijo tenía 10 meses cuando le llevamos al Hospital de León porque no paraba de vomitar, el médico que nos atendió nos aseguró que con suero sería cuestión de días que el niño se recuperara», recuerda desesperado Rubén León, quien continúa explicando que «al ver que mi hijo no mejoraba volvimos al complejo hospitalario, y la única prueba que le hicieron a Kike fue una reprimenda que recibimos del doctor: los padres primerizos sois muy exagerados, nos dijo», asegura el progenitor. Tras varios días sin presentar ninguna mejoría, la familia volvió al Hospital, «aunque ya era demasiado tarde», se lamenta León, «nunca sabremos lo que realmente le pasaba a mi hijo. La deshidratación provocada por los vómitos sin tratar causaron el desajuste orgánico del niño».

La falta de recursos económicos frenó las intenciones de Rubén y Pamela de denunciar el caso.

«El niño nació sano»

Con tan sólo cuatro años, Kike ha sido inducido al coma en dos ocasiones, le han operado de la cadera, se alimenta por una sonda nasogástrica, se ha sometido a dos biopsias musculares, toma ocho medicamentos diarios y sufre crisis convulsivas. «Todo por un error médico, el niño nació sano y durante el embarazo todas las pruebas avalaban que nuestro hijo tendría una vida normal», confiesa Rubén León.

Al drama de esta familia se suma el agravamiento de su situación económica en los últimos meses, Rubén está en paro y Pamela sólo recibe 500 euros mensuales por la ley de dependencia. «Mi hijo se encuentra todas las puertas cerradas. Intentamos solicitar a la Seguridad Social la tarjeta de pensionista para Kike y la única respuesta fue un no, el niño tampoco tiene derecho a las ayudas por minusvalía hasta que no cumpla 18 años. No podemos más». Además, estos padres explican que el pequeño necesita vigilancia durante las 24 horas, «hay que llevarle al servicio, aspirarle las flemas para que no se ahogue y hay que atenderlo constantemente para evitar que cualquier crisis le produzca la muerte».

El pequeño de cuatro años ve y oye, pero no habla ni reacciona a los estímulos, «cognitivamente está ausente del mundo», afirma el padre.

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