Dos médicos del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) de Ceuta han sido condenados al pago a una multa económica por una falta de homicidio por imprudencia profesional grave por la muerte de dos neonatos ocurrida en 2006.

La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, condena a los médicos pero no en el grado que pretendían tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular al entender que los profesionales habían incurrido en un delito y no en una falta como ha tipificado la jueza.

Los dos médicos se enfrentaban a un año de prisión por un delito de homicidio por imprudencia profesional grave pero la jueza les ha condenado por dos faltas de homicidio por imprudencia leve, considerando que existió una negligencia.

Los médicos tendrán que abonar cada uno una multa de 700 euros además de una indemnización para los padres de los neonatos de 64.409 euros, aunque no será inhabilitados para el ejercicio de la profesión médica.

 

La sentencia considera que el comportamiento de los médicos no fue el correcto pero ha considerado la existencia de varios factores para reducir las acusaciones.

Los hechos ocurrieron el 30 de noviembre de 2006 en el hospital civil de Ceuta cuando su mujer dio a luz a dos gemelos, una niña que pesó 490 gramos y un niño que pesó 470 gramos, con 24 semanas y media de gestación.

El padre ha afirmado que los médicos de guardia decidieron que los niños no eran viables y no los metieron en la incubadora ni los alimentaron, pese a las peticiones de la familia para que llevaran a cabo esta atención e incluso la petición de su evacuación a un hospital de Cádiz.

Los médicos J.J.Q. y S.O.A. en ningún momento informaron a los padres de la decisión tomada con sus bebés, para los que no se ordenó evacuación alguna a Cádiz ni internamiento en incubadoras por su bajo peso.

El Fiscal indicó que uno de los bebés tardó en morir 10 horas y el otro 17 horas y media, sin que en momento alguno se les permitiera darles atención médica ya que se consideraba que eso supondría alargarles la agonía.

Tanto la madre de los bebés, María del Mar Valle, como el padre, Francisco José Carrasco, mantuvieron en el juicio que a sus hijos los dejaron morir sin prestarles la adecuada asistencia médica.